miércoles, 7 de marzo de 2007

2006: Fito Páez: El mundo cabe en una canción



Pistas:

1. El mundo cabe en una canción (3:21)
2. Rollinga o Miranda girl (3:04)
3. Te aliviará (4:43)
4. Sargent Maravilla (3:50)
5. Entrance (2:50)
6. Fue por amor (4:21)
7. Eso que llevas ahí (3:43)
8. Intermezzo (1:28)
9. La hora del destino (2:54)
10. Enloquecer (4:24)
11. La casa en las estrellas (4:48)
12. Caminando por Rosario (3:58)


"Tengo la rabia intacta y no la pienso perder
Sigo loco treinta años después"
La casa en las estrellas. Fito Páez.


El último álbum "studio" del argentino Fito Páez vio la luz hace no muchos meses, el duodécimo de su larga trayectoria como solista. Su historia es larga y no me dedicaré a detallarla; en vez de esto, diré muy someramente que fue descubierto por Charly García, quien lo incorporó a su banda allá por el 82, y que desde ese momento aquel pianista audaz y aventurero de 19 años no miró atrás: un primer disco maravilloso (Del '63), dos placas geniales que lo hicieron famoso (El Amor después del Amor y Circo Beat) y dos colaboraciones espléndidas (Spinetta-Páez y Enemigos Íntimos) nos bastarán para captar la esencia de la música de Páez.

Digo esto porque Páez suele ser devaluado al compararse con otros mounstros del rock argentino como Charly o Spinetta. Alguna vez leí que los más acérrimos fanáticos del Flaco odiaban a muerte la música de Páez, y no puedo más que suponer que aquellas personas creen, como todo el mundo que sólo conoce Circo Beat, que Páez se acaba en "Mariposa Tecknicolor". Esto es igual que decir que, por ejemplo, Nirvana se acaba en Smells like teen spirit. Páez ha compuesto canciones absolutamente geniales, y basta revisar álbumes como Del' 63 (uno de los mejores álbumes de la historia del rock argentino en mi opinión), Giros, Abre o para tal caso, el "unplugged" Euforia que resume bastante bien aquellos años de inspiración terrible, para darse cuenta de ello. Lo que quiero decir es simple: Fito Páez es un grande, y ha de juzgársele como tal, tomando en cuenta todo lo que hizo en los años pasados.

Y es que sin darle importancia a aquello se perdería el verdadero significado de El mundo cabe en una canción. Aquí Fito ha intentado plasmar su situación actual, aquella vida de la que gran parte forman todos sus discos anteriores. Dicho de mejor forma, Fito ha tratado de vertir sus emociones tras un largo recorrido lleno de alegrías y tragedias, emociones que yo me atrevería a calificar de "tomate las cosas con calma y tratá de ser feliz". Aquí ya no hay pretenciones de crear la obra, como pudo haber pasado antes de Circo Beat, sino de hacer música porque sin hacerla no se puede existir, porque Fito es su música y lo seguirá siendo hasta que se muera. Una sincera necesidad es lo que ampara a El mundo... y le da ese sabor de verdadero, esa legitimidad, una necesidad fuera de toda pretensión barata y que consiste en simplemente crear para sobrevivir. O, en sus propias palabras, su manera personal de vivir la vida:

¡Mirá lo que me preguntás! (...) ¿Qué sos? El hijo de tu madre y de tu padre, y sos eso hasta que te morís. Y en el medio jugás y hacés musiquita si tenés suerte, y ves pelis y te vinculás a la gente a quien amás. Se supone que cada uno de nosotros hace eso en la vida a su manera.

A lo que quiero llegar es que un álbum y en general cualquier obra de arte debería calificarse tomando como eje la medida en que el autor ha alcanzado lo que se proponía. Y, como es de suponerse, el primer paso es dilucidar la intención del autor. Fito aquí no se propone generar una obra maestra ni un álbum perdurable, lo único que quiere hacer es música y punto. Fuera del camino todas estas ideas el resto es fácil de articular. El mundo... es un disco intrínsecamente divertido de experimentar, donde Páez vuelve a lo suyo, una voz y una melodía sinceras y simples que toman su forma gracias a su compañero más leal, el piano. Aun así, no abandona completamente su faceta de rocanrolero, pero en comparación a Naturaleza Sangre, me parece que hay un mejor balance entre el Fito pianista y el Fito guitarrista. A diferencia, pues, de Naturaleza, en que podíamos adivinar a Fito parado con su guitarra en prácticamente todas las canciones, aquí encontramos ambas facetas mejor reguladas, aunque en general a mí el Fito guitarrista no me convenza del todo.

En cuanto a las líricas, hay que confesarlo, no se puede esperar demasiado. Fito tuvo su esplendor "lirístico" en sus primeros años (las letras de Del 63 son en verdad poéticas), y de aquel esplendor no queda demasiado por ahora, con excepción de alguno que otro fulgor disgregado (Ojos rojos, por ejemplo, del Naturaleza). Los temas son los mismos de siempre -el amor, la música como panacea, las mujeres-, a los que habría añadir dos elementos sintomáticos en esta etapa de Fito: el homenaje a sus maestros (Invisible, La Máquina de Hacer Pájaros, Mercedes Sosa, etc.) y un amor renovado por su adorada Argentina, y en especial, por Rosario.

La mejor conclusión de este pequeño análisis me parece que es que El mundo cabe en una canción es un álbum divertido, sin pretensiones de ningún tipo, legítimo y despreocupado. No hay canciones geniales ni nada por el estilo; sin embargo, todo el disco es sumamente satisfactorio de escuchar, del que en especial se destacan tres temas: Caminando por Rosario, La Casa en las Estrellas y el que le da el título al disco. Una música bella y directa, pensada para alegrar el día y hacerlo más fácil de llevar. En pocas palabras: un buen disco.


Mis calificaciones personales

Canciones (5/5): 1- terrible, 2- mala, 3- decente, 4- buena, 5- genial
Álbumes (10/10): 1-3 entre horrible y malo, 4-6 entre decente y bueno, 7-9 entre muy bueno y excelente, 10 obra maestra


El mundo cabe en una canción (4/5)
Rollinga o Miranda girl (3/5)
Te aliviará (3/5)
Sargent Maravilla (2.5/5)
Entrance (3.4/5)
Fue por amor (2/5)
Eso que llevas ahí (3/5)
Intermezzo (3.5/5)
La hora del destino (2.5/5)
Enloquecer (3/5)
La casa en las estrellas (4/5)
Caminando por Rosario (4/5)

El mundo cabe en una canción (6/10)
(Buen álbum)






martes, 6 de marzo de 2007

1971: Emerson, Lake and Palmer: Tarkus



Pistas:

1. Tarkus (Medley): i) Eruption, ii) Stones of Years, iii) Iconoclast, iv) Mass, v) Manticore, vi) Battlefield, vii) Aquatarkus (Emerson, Lake) - 20:42
2. Jeremy Bender (Emerson, Lake) - 1:50
3. Bitches Crystal (Emerson, Lake) - 3:57
4. The Only Way (Hymn) (Emerson, Lake) - 3:48
5. Infinite Space (Conclusion) (Emerson, Palmer) - 3:20
6. A Time and a Place (Emerson, Lake, Palmer) - 3:01
7. Are You Ready Eddie? (Emerson, Lake, Palmer) -2:09


Emerson, Lake and Palmer (ELP, para abreviar), desde sus inicios, ha procurado crear música compleja y distinta de cualquier otra cosa que se pueda escuchar. Debutan en 1970, con un álbum del mismo nombre de la banda; no obstante, no es hasta el año siguiente en que los ELP demuestra toda su capacidad de creación musical con su legendario Tarkus.

Sin duda alguna, Tarkus posee una calidad impresionante, pero es uno de esos álbumes que sufren -"sufren"- la desdicha de poseer una joya que termina por devaluar las otras pistas. Esto es precisamente lo que sucede con la pieza Tarkus Medley, una de las composiciones más geniales del progre: las demás canciones se someten a la maestría de sus veinte minutos. Sin embargo, si se escucha cuidadosamente, el álbum tiene otras joyas qué ofrecer, sino tan grandes como Tarkus Medley, sí canciones memorables, incluso de antología. Pero vayamos por partes.

Tarkus Medley inicia con fade-in del teclado de Keith Emerson, eje del sonido de la banda. El fade-in alcanza su cumbre y los ELP entran con un moderado caos de instrumentos. En este punto tengo que confesar que, por su tremenda heterogeneidad, me resulta dificilísimo describir la música de ELP. Diré que ésta posee algo de mecánico, loco, solemne y oscuro. Como una especie de banda sonora de una película de guerra protagonizada por máquinas, cuya música es interpretada a su vez por máquinas. Todo esto gracias en gran parte al teclado de Emerson, y en menor al bajo de Lake y las batería desquiciada de Palmer. Y sin embargo, cuando entra la voz cálida de Lake todo cambia: casi como si su voz sometiera la rabia de las máquinas. Esto es más o menos lo que sucede en la transición de Eruption a Stones of Years. Por lo demás, la naturaleza de la música se entiende en la intención de crear una atmósfera que inspire el conflicto y la guerra descritos en las líricas: Tarkus es un guerrero mitad armadillo mitad tanque que se lanza a una revolución en la que todo va perdiendo significado, desde las plegarias de un cura inútil hasta el sufrimiento de los inocentes que deben padecer hambre por los horrores de la guerra. Tarkus Medley es, pues, una reflexión acerca de los conflictos de la revolución, cuya recompensa es siempre mucho menor al precio a pagar:

Clear the battlefield and let me see
all the profit from our victory.
You talk of freedom, starving children fall.
........................................................................
Know the leaves of sorrow turned their face
scattered on the ashes of disgrace.


Con respecto al resto de la canción, tomaría demasiado espacio explicarlo y quizás ni así lograría mi cometido, así que mejor ni intentarlo. Por lo demás, la experiencia es siempre superior a cualquier tipo de descripción. Aun así, me parece que he citado los principales elementos de Tarkus Medley, a lo que añadiré una cosa más: la genialidad de Emerson es tal que logra crear los clímax más terribles con un teclado sumamente sutil y minimalista. Y nada, el resto es mejor experimentarlo.

Las siguientes pistas toman rumbos diferentes. Jeremy Bender prolifera en tonos amables, entregados por un piano y una voz limpios y melódicos, casi felices. Bitches Crystal posee vocales rudos y contrastes entre un tonito escuálido y tímido y una secuencia de explosiones diversas. En estas dos piezas Emerson prescinde casi totalmente de efectos y se dedica al piano sobrio, naturalmente con abundacia de técnica y rapidez, como no podría faltar en Keith. The Only Way e Infinite Space poseen un cariz más bien solemne, una suerte de himno de iglesia en el que el teclado en strings toma la batuta. Paradójicamente, un Lake agnóstico canta acerca de los defectos de Dios:

Can you believe God makes you breath?
Why did he lose six million jews?


En ambas pistas Emerson prefiere de igual manera un piano sobrio, esta vez con muestras de un considerable bagaje de música clásica.

A Time and a Place es otra joya del álbum. Es en realidad, junto con Jeremy Bender y Are you Ready Eddie?, la canción más "cuadrada" del disco, compuesta del clásico esquema verso-coro-verso. Y, al igual que Bitches, posee vocales fuertes y rudos. Sin embargo, A Time posee algo especial, acaso la energia que brota de sus notas, acaso el "breakthrough" impresionante que consiste en un teclado en suspensión con un efecto intrínsecamente Emerson y unos vocales in crescendo de Lake que comienzan como melódicos y terminan en una explosión de furia. Hay algo de solemne y también de videojuego que termina por encandilarme.

Por último, Are you Ready Eddie? es la canción "cómica" del álbum; cumple el mismo rol de Benny the Bouncer en Brain Salad Surgery, que yo describiría como la nota relajante y divertida del disco. Emerson se sienta en el piano y toca para bromear, mientras Lake canta "Fuck me Eddie, fuck all night long". Una pieza que podría tomarse como de relleno pero que resulta infaltable en una composición de ELP.

Para resumir, Tarkus es un disco infaltable en la colección de un verdadero fanático del progre: posee todos los elementos que determinan la personalidad y la genialidad de la música de Emerson, Lake and Palmer. La banda, hay que confesarlo, compone canciones densas y al principio difíciles de captar, pero cuando uno comprende el horizonte se ilumina y el resto se torna en placer exquisito, un placer diferente y que no puede asirse por medio de las palabras, como sólo la música verdaderamente compleja y genial tiene la capacidad de ser.


Mis calificaciones personales

Canciones (5/5): 1- terrible, 2- mala, 3- decente, 4- buena, 5- genial
Álbumes (10/10): 1-3 entre horrible y malo, 4-6 entre decente y bueno, 7-9 entre muy bueno y excelente, 10 obra maestra



Tarkus Medley: 5/5
Jeremy Bender: 3.4/5
Bitches Crystal: 3/5
The Only Way (Himn): 3/5
Infinite Space (Conclusion): 3.3/5
A Time and a Place: 4.2/5
Are you Ready Eddie?: 3/5

Tarkus: 7.5
(Muy Bueno)








lunes, 5 de marzo de 2007

1974: Yes: Relayer



Pistas:

1. The Gates of Delirium (21:54)
2. Sound Chaser (9:30)
3. To Be Over (9:03)


Por aquellas épocas gloriosas donde el rock tenía aun un significado y cuyo seno acuñó piezas monumentales como The Dark Side of the Moon, Thick as a Brick o The Lamb Lies Down on Broadway, aparece el séptimo álbum de Yes, banda británica que en absoluto necesita mayor presentación.

La madurez de la banda llega en un lapso de tiempo relativamente corto: en sólo cuatro años de existencia han compuesto ya sus canciones más logradas y famosas (Yours is no Disgrace, Roundabout, Starship Trooper, etc., con excepción de la ochentera Owner of a Lonely Heart) y una pieza maestra que personalmente considero una de las cumbres del progre setentero: Close to the Edge. Es precisamente la arquitectura del Close la que Yes usará en su Relayer, es decir, una canción de 20 minutos de duración seguida por dos de diez. Los resultados difieren bastante de su predecesor.

Como dije, para estos momentos el sonido de Yes había alcanzado ya la mayoría de edad: la banda tenía un sonido original y definido y había explorado casi todas las posibilidades de este, desde los tonos melódicos y pegajosos de The Yes Album hasta la misteriosa desmesura del Tales from Topographic Oceans. Su música fue dilatada y contraída, mística y fúnebre, alegre y reflexiva. Y sin embargo, todavía quedaba un camino de aquel sonido setentero que Yes no había recorrido aun y cuyo atisbo nos asalta sin aviso alguno apenas empezamos a escuchar el Relayer: éste es, el camino de delirio.

De manera muy similar a Close, The Gates of Delirium nos recibe con una bambalina de notas disgregadas, una suerte de cortina de fragmentos de vidrio que se abre entre el jugueteo y medio-atisbo-de-lo-que-vendrá-más-tarde de la guitarra de Steve Howe. Es muy propio de Yes introducir, entre el juego difuso de la guitarra o el teclado y como "sin querer queriendo", pequeños trozos de música que eventualmente se convierten en el eje de toda la pieza, acaso a manera de adelanto o calentamiento. Y de nuevo, al igual que Close, Gates inicia como una especie de caos que se ordena con una magia y perfección admirables, en Close con un riff de Howe, aquí con la sublime voz de Jon Anderson. Lo que sigue es una melodía enérgica sazonada con el sonido maleable y anegado de juventud (hasta infantil por ratos, pero siempre preciso) del teclado de Patrick Moraz, una melodía in crescendo y terriblemente multiorgásmica. El clímax del sexto minuto se toma un receso para someter al oyente a la tensión espacial y solemne que precisan la reflexión de las líricas. Pero la angustia se ve recompensada inmediatamente con un nuevo clímax que marca el término de una primera parte y la inauguración de la segunda, donde todo se difumina y sobrepasamos por fin las puertas para hallarnos en el centro del delirio. En este punto los Yes pierden el control en su totalidad y su música adquiere una fuerza y una locura imposibles; mejor aun, su música se vuelve la locura misma. Este delirio vertiginoso se ordena en lo que podría ser uno de los clímax más intensos que he podido experimentar escuchando música. Y como cabría esperar después de un orgasmo intenso, nos hallamos en una suspensión mágica, un interludio sólo acompañado por un teclado benevolente y dulce. La canción culmina con una tercera parte que es más bien suave y melancólica, en la que prima totalmente por la voz angelical de Anderson.

De las siguientes pistas, me parece, no hay mucho qué decir. La calidad del álbum se ve bastante reducida con Sound Chaser, una canción más bien dispareja que pierde melodía en su intento de inspirar celeridad. To be Over recobra nuevamente esta calidad. A manera de And You and I, ésta es la pista mellow, la balada feelin' y espacial del álbum. Lamentablemente, el clímax de la primera no lo hallaremos aquí, o al menos no con tal fuerza. El tema comienza con una larga introducción que acoje primero el sonido metálico de las cuerdas de Howe y luego una suerte de música entre espacial y oriental, provenientes ambas de la slide guitar del mismo Howe. Lo demás no es sino una exploración más extensa de estos sonidos, junto con el infaltable teclado solemne de Moraz, tan adecuado para proporcionar el ambiente mellow.

En cuanto las líricas, Gates igualmente se lleva el primer lugar. Mientras que Sound Chaser divaga entre un sonido el cual hallar y que termina por convertirse en los ojos de la amada, y To be over nos remite nuevamente al consejo optimista e intrínsecamente andersoniano de "tómatelo con calma que todo se soluciona con amor", Gates, basada en Guerra y Paz de Tolstoi, reflexiona acerca del conflicto y la guerra como características innatas del ser humano: en un primer momento se divisa la negatividad de la guerra para luego admitir que esta es necesaria si se quiere acabar con la opresión y alcanzar la libertad; en un tercer momento se cuestiona el precio que conlleva la guerra y se concluye con que contaremos siempre con una luz que nos guiará en el momento de las decisiones. Esta luz queda totalmente indeterminada, un grito de esperanza entre tanta noche infinita, algo en qué creer para seguir adelante.

En fin, all in all el álbum es bueno. No llega a la distinción de genial como Close o incluso Fragile, en donde las partes fluyen y se conjugan diáfanamente con el todo, pero tampoco es un álbum más del montón. Por lo demás, The Gates of Delirium, fuera de contener en sí mismo toda la calidad y fuerza del álbum (sin Gates el álbum sí terminaría por ser terrible, esto para los estándares de la banda), es una pieza maestra tanto de Yes como de toda la historia del rock progresivo. En cinco palabras: por Gates, vale la pena.



Mis calificaciones personales:

Canciones (5/5): 1- terrible, 2- mala, 3- decente, 4- buena, 5- genial
Álbumes (10/10): 1-3 entre horrible y malo, 4-6 entre decente y bueno, 7-9 entre muy bueno y excelente, 10 obra maestra



The Gates of Delirium: 5/5
Sound Chaser: 2.5/5
To be Over: 3/5

Relayer: 6.5/10
(Bueno)







Intro

No quiero hacer esto demasiado largo, así que trataré de controlar mis verborreas. Este blog está pensado como una suerte de compendio de revisiones de diferentes álbumes; cada cierto tiempo añadiré una entrada con un nuevo álbum sobre el que humildemente vertiré mis opiniones, acaso junto con datos curiosos, etc. La música tratada será tan variada como mis gustos personales, aunque quizás me obsesione un poco con lo referente al rock progresivo, que es lo que ahora más consumo. No tengo más meta que escribir un poco y divertirme. Sólo espero que el blog tenga una vida más o menos larga. Me parece que eso es todo, así que, comencemos.